martes, 7 de junio de 2011

That's all!!

Y llegamos a Cuarto. El último curso y todo cambió. Os mezclamos y requetemezclamos de manera que ya nada era como antes. Yo seguía siendo tutor de B, pero del antiguo solo me quedaron dos alumnas. Cada grupo salió de una manera diferente: el A, numeroso y ruidoso, inteligentes y con ganas de superarse, pero en ocasiones pesados y charlatanes, aunque siempre adorables; el B, tranquilo y relajado, a veces demasiado, con ganas de aprender pero algo vaguetes, artistas y creativos, los que más; y C, el festival del humor constante, el grupo que más de los nervios me ha puesto, pero que siempre me hacía arrancar una sonrisa, aunque viniese acompañada de un bocinazo.

Os voy a echar mucho mucho de menos: habéis sido unos alumnos estupendos, que os habéis hecho querer y que siempre tendréis un espacio en mi corazón y en mi memoria. No olvidaré las risas que pasé en Roma con vosotros (a pesar de los disgustos también), los gritos absurdos (Estupiñáaaa, ¿examen? ¡calla bastardo!...), la cara siempre sonriente y nunca de mal humor, los empanamientos de algunos de vosotros, los piques entre vosotros, todo lo que os ha hecho muy especiales.

Y como ya se ha acabado el blog definitivamente (ya que todas las notas están puestas y pasadas), agradeceros a todos la colaboración con esta tarea, que no ha sido fácil. Bueno, a todos no. Ha habido casos que me han decepcionado mucho, de gente que además no me lo esperaba, y que no ha colaborado lo que yo creía en esta actividad creativa, difícil sí, pero que ha desarrollado en vosotros una capacidad de expresión que no creíais tener. Pero no me voy a quedar con las cuatro o cinco decepciones, sino con todos esos minutos (horas, más bien) que he pasado actualizando el blogger para ver si vosotros habíais escrito; todas esas mañanas de sábado y domingo que pasaba leyendo lo que os ocurría, lo que os pasaba por la cabeza, lo que pensabais de las cosas, las películas que veíais, los cumpleaños, los partidos de fútbol que jugabais, las discotecas a las que por primera vez ibais, las dudas que teníais, los cambios que se iban produciendo en vosotros, los vídeos que poníais.

Gracias por hacerme, a través de estos blogs, partícipe de vuestras vidas. Os he conocido mejor de lo que cualquiera os podría haber conocido antes; os he conocido como si fuerais de mi familia o mis amigos; os he conocido mejor que a cualquier alumno en los 16 años que llevo como profesor. Gracias por abrir esa puerta que espero que no cerréis ya.

Yo seguiré abriendo este blogger. Actualizaré y me llenará de pena ver cómo nadie escribe ya, releeré las preciosas entradas de despedida que habéis escrito, para cuando esté bajo de moral, que ocurre más veces de las que penséis; así podré saber que algo he hecho bien, si me recordáis con ese cariño. Miraré las fotos, para que nunca se me olviden vuestras caras. Y, lo mismo de vez en cuando, me llevaré la sorpresa de que alguien ha actualizado algo y me entero de cómo le va la vida, de si sigue bien en los estudios, de si odia a su nuevo profe de Lengua porque se acuerda de mí y, claro, no hay comparación. :P

Para los que quieran seguir esta aventura del blog en otra parte, recordad mandármelo a mi dirección de correo, para que yo os vaya agregando. Pero ya lo haré desde otro blog muy diferente también.

Esta es la despedida de "Un profe en apuros". El próximo curso tendrá otro nombre diferente. Sería injusto que fuerais solo la primera parte de esta aventura. Merecéis ser una parte completa en sí misma. Merecéis ser únicos. Por ello, este mi blog será vuestro blog y solamente vuestro blog. Hasta siempre, mis queridos alumnos. Os quiere

Juanan

lunes, 6 de junio de 2011

La balsa de aceite

Un tercer curso de tercero me correspondió el año pasado, y eran los grandes desconocidos para mí: a unos los conocía (3º C), de otros tenía muuuuuchas referencias (3º B), pero de 3º A no conocía prácticamente nada, solo había oído que era un grupo tranquilo. Pero al conocerlos supe lo que era entrar en una auténtica balsa de aceite, en ese tipo de clase donde nunca hay que levantar la voz, donde todo el mundo está atento y siempre con la sonrisa en la boca. El curso-bálsamo curativo para profesores. Ese era 3ºA. Por supuesto, yo estaba encantado, porque cada vez que entraba, me sentía atendido, pero no solo en el aspecto académico. Me sentía atendido como persona, de repente me encontré con poco más de una decena de personitas llenas de afecto, de sensibilidad, de cariño los unos con los otros, y de cariño hacia todos los profesores. Ahí no había lucha de egos, ni malos rollos (que no quiero decir que en los otros sí lo hubiera, pero sí he podido verlos durante muchos años en muchas clases), solo buenos compañeros, que discutirían, como no, pero que nunca podía llegar la sangre al río.

Era un curso variopinto, había de todo, desde gente ultratímida a gente ultracharlatana, desde alumnos serios y reservados a alumnos dicharacheros y voceras, pero todos con esa dulzura y tranquilidad en común, que hizo de mi experiencia como profesor de ese curso algo inolvidable.

Y es que en la variedad está el gusto, y por eso 3º A era una pequeña ONU de gente maja: empezando con Manuel, mi Manolo del alma, con esa espontaneidad que espero que no pierda nunca, que nadie te malee y te cambie, sigue siendo tú mismo; y Chamo y sus momentos de empanamiento, cuando se queda absorto y de repente dice "perdón ¿cómo has dicho?", y luego esa simpatía arrolladora y cara de pillo; o Daniel M., eternamente amable, buen compañero, buen alumno y buena persona, con el que espero discutir muchas veces más a lo largo de mi vida de música y con el que espero también acabar en algún concierto alguna vez; y Zaira y Lidia, mis chicas serias, siempre juntas, siempre amigas inseparables, no había cosa que más me gustase que cuando decía alguna chorrada veros a las dos reiros o sonreir, ¡me encanta!

Pero no puedo olvidar a Caba y sus eternos 7, objeto siempre de alguna broma mía sobre su éxito entre las féminas de la ESO y siempre encajándola con su enorme sentido del humor; o Tania y sus quejas por todo que siempre me encantaban, porque a la mínima se empezaba a reir y se le pasaba cualquier cabreo; y Jesús, al que nunca he visto una mala cara, un enfado, siempre amable y cariñoso, que se me convirtió en Jesustancia que se me dormía en todos los autobuses de Roma; o Noelia, discreta y sencilla, demostrando que precisamente la elegancia está en la sencillez; y Bárbara y sus profundos ojos azules, llenos de curiosidad en ese primer curso, intentando siempre superarse; o esa persona que si tuviera que poner una foto para el concepto "dulzura" en un diccionario la pondría a ella: Marta G., siempre dispuesta a colaborar y a hacer nuestra labor más fácil.

La voz estruendosa de Mario y sus eternas preguntas será algo difícil de olvidar, así como su franca sonrisa; como tampoco olvidaré la de Sandra, una buena compañera y mejor alumna, que se ganó mi cariño instantáneo; y por supuesto, Iván, discreto, callado pero que no me engañó, sabía que alguien muy interesante estaba ahí y me lo ha ido demostrando cada vez más.

Y en esa clase, los agregados, Vozme y César, los únicos que conocía y con los que me encantó reencontrarme. César merecería una entrada entera, por lo pesadilla que es y por lo que él sabe que le estimo, a pesar de las veinte broncas por semana que le echo y de las veces que le he dicho que se corte la cresta.

Los momentos que pasé en esa clase fueron estupendos y espero que esas tardes calurosas que tuvisteis que aguantarme os sirvan de mucho; espero haberos aportado tanto como vosotros a mí.

domingo, 5 de junio de 2011

Welcome to the jungle.

Érase una vez un profesor curtido en mil batallas, que había sido tutor de los peores cursos jamás conocidos y de todos ellos había salido victorioso. Érase una vez un profesor al que le asignaron un curso nuevo que ya no era de Diversificación Curricular y que se suponía iba a ser un paraíso terrenal.

Pues ese profesor, que se las veía tan felices, se enteró en septiembre de que su curso era 3º B. Sí, de los tres cursos, el de los habladores, charlatanes y pesadísimos. A mí me daba igual, no había nada que se me resistiera y sabría quererlos y apreciarlos igualmente. No quería vivir de prejuicios, quería conocerlos personalmente y reconducirlos por el buen camino.

Pero había entrado en la jungla, la jungla de 3º B. No eran charlatanes, eran loros malayos; no eran pesados, eran yunques de toneladas. Pero era mi grupo, e inmediatamente lo único que pude sentir es un cariño inmenso.

A pesar de ello, sé que para algunos de vosotros, mi imagen como tutor se haya quedado en la del tirano sargento que no paraba de echar broncas. Yo no pude tener tutorías de hacer cosas guays, solo me podía dedicar a echar la charla, a poner orden, a intentar solucionar los veinte mil problemas que cada semana surgían. Me entró complejo de bombero, porque estaba apagando constantemente los fuegos que encendíais.

Y lo peor de todo era ver como en mi clase erais un grupo de angelitos, callados, trabajadores, interesados por la clase, siempre buscando una buena nota...Pero en el resto, demonios charlatanes y plastoncios. Yo, que me las veía felices con un año de tranquilidad, tuve más trabajo que nunca.

Lo peor de todo es que cada vez que me contaban alguna pifia que habíais hecho, yo vivía una situación mixta, entre la indignación y el despiporre, porque me moría de la risa con algunas que hicisteis, pero claro, tenía que ayudar a mis compañeros a que no ocurriesen de nuevo, y ahí sacaba el caraperro. Y también luchaba porque os dieseis cuenta de la responsabilidad de los actos, de lo que significa madurar y de haceros mejores personas, cosa que creo que he conseguido. No pasaré a vuestra historia como el tutor más amable, pero que sepáis que lo hice con todo el cariño del mundo por vuestro bien. Y que me conquistasteis en vuestra plastez infinita.

Y es que siempre pude ver cómo Carlos era el que más fastidiaba a sus compañeros, especialmente a Marta, pero cómo disimulaba el tío; nunca olvidaré dos de las personas que más me han divertido y me divierten de mi vida, Sergio Pérez Asperilla y Arturo, llenas de un sentido del humor entre surrealista y kafkiano; y cómo olvidar mis charlas cinéfilas y televisivas con Caste, que eran un tú a tú, porque estamos al mismo nivel, y tu paciencia infinita con tus compañeros, y tu savoir faire en todo, no cambies nunca; y qué decir de la calma zen de nuestro Lalo, que parecía siempre que no rompía un plato, pero que siempre estaba en todos los fregaos; y luego las únicas que me quedaron para cuarto, que han visto un tutor diferente, relajado y sin gritar, Alba y Lucía: Alba siempre tranquila, siempre relajada en esa clase de lagartijillas, sin perder la compostura, con su timidez extrema que ha ido superando al fin hasta descubrir una nueva Alba aún más adorable; y mi Luli, que miraba a la pared durante todo tercero, a su izquierda, y este año a su derecha, con su empanamiento y mis "Lucía, ven hacia la luz", que siempre respondía con una sonrisa.

Y recuerdo desde el principio a Carla y a Karla, que eran las dos chicas más dulces y cariñosas de la clase, siempre al margen de las movidas pero siempre dentro de ese huracán de clase, compañeras hasta el final; o a Jorge Montero, que nunca me ha engañado, porque sé desde el primer día que era el instigador de montarlas pardas pero que salía indemne en muchos casos, y con el que comparto ese gusto por la ironía y el sarcasmo; o el grupo de los tímidos, Jiménez e Ismael, que parecían calladitos hasta que soltaban alguna gracia y yo me tenía que aguantar la risa, especialmente ese acento que pone Ismael a veces; y el gran Herr Guerrero, el santo más santo en mi clase, siempre interesado, que luego se convertía en un diablillo a la mínima; y mi delegado, Javier Álvarez, siempre atento y educado, que luego se me iría por el mal camino para volver por la buena senda, lo que me ha alegrado infinito.

Y por supuesto, tú, lo sabes, sí: Rubira. El alma de la clase, el hombre más pesado al otro lado de la Avenida de Canillejas a Vicálvaro, al alumno al que más broncas he echado en mi vida, pero sabes que siempre fue para ayudarte y que nunca tuve ni la más mínima animadversión por ti, si no no hubiera dedicado más del 60% de mis oraciones a tu persona y a tu cresta (que no he conseguido que te quitaras, mi gran frustración)

Ya creías que te había olvidado, ¿eh? Pues no, mi Gironcilla, pues no. Anda que no te has llevado broncas mías, pero era sonreirme, y hala, se acabó, me partía de risa y no podía seguir. Gritona, pesada y charlatana, pero adorable. ¡Estupiñáaaaaa! (grito ya de 4º pero taaan tuyo...)

3ºB fue la jungla, no fue un parque infantil con árboles y fuentes, pero fue mi jungla y fue un placer intentaros llevar por el buen camino: creo que algo conseguí, aunque fuera a voces.

sábado, 4 de junio de 2011

Primeros recuerdos

Hace cinco años, estaba terminando el curso, tal y como lo estamos haciendo ahora mismo. Era el momento de las despedidas y se me iba uno de mis queridos grupos de Diversificación Curricular (era el grupo de David, que ahora cuida en el comedor). Aquello era una pequeña familia: diez alumnos y dos profesores que estábamos todo el tiempo juntos. Los lloros y abrazos vinieron por todas partes, por supuesto. Y en la despedida, les comuniqué que me habían asignado un 1º de la ESO para el curso siguiente. Acostumbrado a dar clase a chicos de 16 a 18 años, mis alumnos comenzaron a decirme que me iba a volver loco con críos tan pequeños y se partían de risa. Yo pensé que lo mismo tenían razón y que no tendría paciencia para enseñar a chicos de 12 años.

Llegó septiembre y me dieron el horario: el curso asignado era 1º C. No sabía nada de ellos, tampoco quise preguntar mucho para no hacerme prejuicios, aunque me habían comentado que era un grupo bastante bueno. Cuando entré por primera vez en la clase, esa fría aula de 1º C al fondo del pasillo, al ver a mis nuevos alumnos, me quedé encantado. ¡Erais taaaaan pequeños...! Yo me veía como un ogro de cuento, con mis barbas, mi tamaño y mi voz, frente a un grupo de niños que me miraban entre inquietos, asustados y absortos a todo lo que yo dijera.

Recuerdo llegar a casa y comentar que erais muy ricos, tan chicos, con esas caritas asustadas pero interesadas por todo, con afán de aprender. Inmediatamente, 1º C se convirtió en mi grupo favorito de ese curso, y eso que en los dos cursos de diversificación estaban algunas de las personas que más quiero y con los que mantengo relación aún, y en 4º tenía a varios alumnos que, a día de hoy, forman parte de mi vida. Pero entrar en esa clase era algo mágico, era como entrar en un sitio en el que podías enseñar y enseñar, y allí estabais encantados, o por lo menos lo parecíais.

Y recuerdo perfectamente la espontaneidad de Juan Modesto, asustándose de verdad cuando contaba algo de miedo; a Eva y a Adrián expresándose con esa perfección tan impropia de unos chicos de 12 años y siempre atentos a todo; a Irene y a Gloria, con su sonrisa dulce siempre en la cara; a Castrum (ahí se ganó el sobrenombre) con su raqueta con mensajes como "me sé la respuesta"; a Vozmediano y su cara de interés con la boca abierta cuando contaba alguna historia; a Ángel, tan espigado ya y siempre sonriéndome al final de la clase, con ese cariño que desde el principio pude notar; la timidez de Jorge y de Lorena; Itziar mostrando que tenía ya una personalidad totalmente marcada a pesar de su juventud; a Laura, esa niña pequeñita de ojos verdes que vino de las Américas y que mataba por leer siempre, entonando e interpretando todos los personajes (y yo encantado); a Beatriz, mirándome entre asustada y divertida de lo que yo decía; a Javier (ya con los dos apellidos detrás), pidiéndome ir al baño constantemente; a Kenneth, intentando ya ir de malote, pero sin conseguirlo nunca conmigo; a María, delicada y despistada a partes iguales; a Marta, mirándome con sus ojazos bien abiertos y escribiendo ya de maravilla; a Sergio, que desde el segundo día me saludaría absolutamente todos los días con su "¡buenos días, Juan Antonio!" que tanto me ha gustado siempre; y a todos los que se quedaron por el camino y que luego volverian a mí dos años después (Alberto, Edu, Eros...).

Cuando a final de curso me dijeron que pasaba a 3º y 4º solamente, me dio mucha pena no poder seguir con 1ºC en 2ºC transformado. Y os lo comuniqué al final de curso. Muchos de vosotros pusisteis carita de pena, y eso me dio más lástima a mí todavía; pero os dije que volveríais conmigo en 3º. Ya no sería igual, os dejaba niños, os recogería adolescentes; y yo sería también un profesor distinto, porque tocaba dar caña, con una materia bastante más difícil y exámenes largos y más complicados.

Y volvisteis, cambiados todos. No os había perdido la vista, pero volvisteis con nuevas pintas, con un tamaño considerable, con un pavo encima que ni el de Navidad, y volvisteis a conquistarme, aunque ahora mi corazón estaba dividido entre tres cursos en tres partes iguales. Yo también había cambiado de aspecto y de método. Sé que puedo haber estado intenso estos dos años, pero lo he hecho siempre desde el entusiasmo, para que aprendierais, para que os gustara la asignatura, para que fuerais lo mejor preparados en la materia, pero también en la vida. ¿Lo habré conseguido? No sé, el tiempo lo dirá y vosotros me lo contaréis...

Y en el próximo capítulo: "J. A. Tutorator vs 3º B: welcome to the jungle"

jueves, 2 de junio de 2011

Llegando hasta el final

Queridos alumnos:

Os comunico que el lunes pondré la calificación del blog para la 3ª evaluación, así que tenéis hasta dicho día para hacer vuestras entradas rascando puntos para la media. Lo que sí os pediría a todos es una entrada de despedida, para dar final a lo que ha sido todo un curso escribiendo en el blog: para qué os ha servido, qué habéis sacado en claro de ello...Y de paso hacer una despedida formal de lo que ha sido vuestros años en el Juande. Yo también haré una despedida oficial, pero será un hasta luego, pues este blog no lo voy a cerrar, para así poder seguiros a todos los que decidáis seguir escribiendo vuestro blog ya fuera del cole. Sería una forma estupenda de saber de vosotros, de nunca perder el contacto, ya sin obligaciones ni de entradas ni de notas, simplemente disfrutando de leernos los unos a los otros para saber de nuestras vidas.

Dicho está.

domingo, 15 de mayo de 2011

Lo mejor y lo peor.

Ya, lo sé. Tenéis razón. Tengo totalmente abandonado el blog, vuestro blog, el blog de todos y cada uno de vosotros, mis lectores. Pero prometo volver a ser constante en mi trabajo. Y no me vengáis con que a vosotros os exijo escribir todas las semanas. Yo no tengo que hacerlo para conseguir nota. Vosotros sí.

El ser humano es contradictorio por naturaleza, somos una paradoja con patas. Uno es capaz de decir algo en voz alta y pensar lo contrario. Alguien puede ser la persona más amable del mundo y luego hacer el mal a diestro y siniestro. Uno es capaz de ser una persona culta y vulgar al mismo tiempo.

Y eso fui yo ayer. ¿No es paradójico empezar el día con Shakespeare y terminarlo con Eurovisión? Sí, yo soy una paradoja hecha hombre. Pero es lo que me enriquece, me hace diferente. Ser capaz de disfrutar con una obra de teatro clásico inglés por la tarde, para después carcajearte de los pelos de los representantes de Irlanda por la noche.

Hacía semanas que había conseguido entradas para ver "Richard III" de Shakespeare en los teatros del Canal, sitos al lado del metro Canal (lo digo porque os pilla a tiro de piedra de San Blas, ese gran barrio), y que son espectaculares. Contando que, por un problema con el móvil (que sonó a las ocho del sábado), había madrugado como un día normal y tenía un sueño del copón, pensar que a las cinco de la tarde iba a ver una obra en inglés del siglo XVI era algo que me aterraba. Me iba a quedar sopa, iba a ponerme a roncar y quedaría como lo peor.

Sin embargo, la obra fue tan estupenda que me tuvo atento todo el tiempo, salvo un par de momentos de crisis somnolienta que tuve al final de la primera parte de la obra. En escena, vemos a unos siniestros señores que se mueven por todo el escenario con unas batas blancas y unas máscaras del mismo color, dejándoles solo libres los ojos y la boca. Ricardo III cuenta la historia de un príncipe deforme, chepudo y malvado que intentará por todos los medios hacerse con el trono, cargándose a todo el que se ponga por medio (especialmente toda su familia) y manipulando a todo el mundo para conseguir su objetivo. La maldad y mezquindad humana aparecen en todo su esplendor en este personaje, que crea atracción y repulsión al mismo tiempo.

Si la historia es ya de por sí interesante, une una escenografía moderna, industrial y muy quirúrgica (biombos médicos, que servían para meter a los actores en el escenario; cortinas de plástico industrial, camillas...) y un puntito gore propio de las películas de terror (incluída una sierra mecánica), y tienes un espectáculo alucinante de dos horas y media. Además, como ocurría en los tiempos de Shakespeare, no hay actrices, los papeles femeninos son hechos por hombres, lo que le da todavía más fuerza y más mal rollo a la historia. Alucinante.

Después de aquello, salí tan tarde que no pude ir a recoger mis nuevas gafas (nuevo look para el martes, atentos a su profesor; bueno, el cambio es mínimo, la verdad...) porque tenía invitados en casa. Este año me tocaba la celebración de la fiesta Eurovisión en mi mansión. Consiste principalmente en un grupo de personas que se parten de risa de todo detalle, que no dejan escuchar ninguna de las canciones, que dan puntos por cosas tan absurdas como "un punto por la fregona que lleva en la cabeza el cantante" (eso se dijo del representante francés) o "le subo dos puntos por ese vestido de Xena que lleva la eslovena".

Quince de mis amigos se me presentaron en casa, con ganas de cachondeo frívolo y superficial. Y yo, después de dos horas shakesperianas, necesitaba también mi ración de frivolidad. Eurovisión es un tostorrio. Todos lo sabemos. Dura demasiado, las canciones son, en su mayoría, espantosas, la puesta en escena suele ser de lo más hortera, el momento votaciones es eterno...pero aún así, cada año volvemos a caer y lo vemos.

Para hacer más atractiva la cosa, hacemos una porra. Cada uno elige sus tres países favoritos, se suman los puntos que han conseguido y el que obtenga mayor puntuación se lleva dicha porra. Elegí a Serbia, Rumanía y Rusia. No me dejé llevar por el corazón sino por las votaciones del Este. Y fallé estrepitosamente. Tras varios años ganando la porra, quedé el penúltimo, solo superado en patetismo por mi amigo L., que se atrevió a decir que España quedaría la 2ª.

Lo de España es de traca. Parece que solo nos interesa que nuestra imagen cutre y casposa no desaparezca nunca. ¿Quién eligió esa canción? ¿Y esa coreografía? La canción más hortera con diferencia de todo el festival, y eso es decir mucho. A cero tendría que haber quedado.

Una vez terminado el festival, no conseguí echar a mis amigos, que se apoltronaron en los sofás como si les hubieran pegado a ellos. La conversación comenzó con los comentarios sobre por qué seguimos viendo Eurovisión si es horrible, siguió por el reality de Alaska y Mario Vaquerizo para la MTV (el "guilty pleasure" de la temporada) y por las elecciones municipales (discutiendo quién sale peor en los carteles, si Esperanza Mehehechoemo o Tomás Estoyaporuvas), hasta llegar a la discusión literaria de la noche, si era mejor Shakespeare o Cervantes. En una noche de humillación para nuestra patria, no hay color: el de Alcalá de Henares patea el trasero al de Stradford upon Avon.

De nuevo, pasando de lo peor a lo mejor en cero coma...