Queridos alumnos, ser moderno o, al menos, intentarlo, es muy peligroso. Y no me refiero a ser moderno y vivir en un barrio como San Blas, donde es peligroso porque te pueden dar una paliza cualquier grupo de pokeros-chonis descontrolados y salvajes. El peligro reside en el sufrimiento, presente o futuro, que puedes acabar viviendo en tu vida por culpa de estar al día.
Así, esa gente moderna que lleva pantalones pesqueros, crestas imposibles, bolsos gigantescos, gafas XXL, chaquetas multicolor o zapatos de viejos/as, se verán muy monos ahora, sí, y muy modernos. Pero hoy, con la tecnología avanzada, todo el mundo les hará fotos (y ellos encantados), se colgarán en Internet y todo el mundo verá lo fantástico que eres. Pero, cuando al fin te entre la madurez, ahí estarán para recordarte que fuiste un espantajo de los melones, y te querrás morir.
Pero el sufrimiento puede estar ya presente por ser moderno. Y yo lo experimenté en mis carnes ayer mismo. A pesar de que todos los años me digo "el año que viene no vuelvo más", caí de nuevo en la trampa y volví a asistir al intrépido Experimenta Club, en La Casa Encendida.
Todos conocéis La Casa Encendida, puesto que hemos ido allí con el JDV. Pues en ese centro cultural alternativo es donde se celebra dicho festival de música experimental electrónica. ¿A que suena apasionante ya solo la explicación? Pues no sabéis lo que es tener que oirla. En años anteriores, me tocaba ir varios días. Ahora, con un día cumplo con mis deberes conyugales. Entramos en el centro de ocio más moderno de Madrid y allí, por supuesto, estaba lo más granado de la modernez madrileña. Todos y todas con sus estilismos, sus megagafas, sus bigotes modernos, sus vestidos de diseñadores modernos. A nadie le interesaba un pepino lo que allí se oyera, solo había que estar para que te vieran.
Otros, sin embargo, van interesados por la música. ¿Por qué? Aún no me lo explico, porque lo que oí allí parecía la Banda Sonora del infierno. Primero, en la sala de audiovisuales, un señor viejuno turco se dedicó a poner música que llevaba grabada en una maquinita, a sacar distintos instrumentos que hacían ruido y él a hacer una serie de quejidos-lamentos en un micrófono. A mí me entró un ataque de risa que no podía, pero miraba a mi alrededor y le observaban con atención, como si estuviera haciendo algo interesante. Me largué a la calle.
Después, vinieron el resto de mis amigos, a los que había convencido para que me ayudaran a pasar el trago. El siguiente ¿artista? era un joven del Líbano (para los incultos: país vecino a Israel, en eterna guerra con estos o guerra civil entre ellos, a pesar de que su capital, Beirut, se le llama el París de Oriente), que yo creo habían sacado de un psiquiátrico. Moviéndose espasmódicamente iba haciendo como scratching en unos platos que debían de tener sensores de movimientos, creando un ruido espantoso que él consideraba música e incluso la bailaba. Yo no daba crédito. La gente moderna, espantada, se puso en la parte final a hablar de cosas absurdas de coolhunting y chorradas así. Los modernos musicales, en la parte delantera, disfrutaban de un señor que les tomaba el pelo. Nosotros, de nuevo, nos largamos fuera, porque la jaqueca fue terrible.
Solo me quedaba un concierto, y fue el mejor de la noche. Al menos, algo interesante, con ritmo, que se podía hasta bailar. Pero la jaqueca de los dos anteriores no me la quitaba nadie, y es que ser moderno es muy peligroso, te puede dejar sordo, te puede crear migrañas eternas, te puede volver loco. Además, está añadido que un grupo incontrolado de pokeros-chonis poligoneras hayan salido de Fuenla sin permiso y te puedan atacar en tu propio entorno, el centro de la capital.
Pero más vale ser moderno que poligonero, eso sí.
Ah, la opción "comentarios" es para que pongáis comentarios. Yo os los pongo y vosotros me ignoráis. It's not fair!!!
Hola, parece que voy a ser la primera en escribirte, y la verdad no se que ponerte. Solo te digo que siempre cuentas algo que as hecho, interesante o no, y aunque a veces no me apetezca leer ningún blog el único que leo es el tuyo porque siempre tienes algo que contar.
ResponderEliminarQUE VIDA TAN INTERESANTE!!jajajja
Espero que te haya gustado tu primer y, creo que último, comentario.
Si está claro que salir de las fronteras de San Blas es peligroso, aquí conocemos bien por donde no movemos, pero si salimos fuera nunca sabes lo que te puedes encontrar.
ResponderEliminarVe con cuidado! Porque como te encuentres con un grupito de pokeros-chonis en sus mejores momentos lo mismo te matan. Y nunca les mires a los ojos que te pueden acusar de mirarlos mal.
Pero no toda la modernidad es de los pokeros, también estamos los medianamente normales :) que escuchamos música medianamente normal y vestimos medianamente decentes.
Nos vemos mañana!
JAJAJAJAJAJAJAJ, no puedo estar más de acuerdo con Irene.
ResponderEliminarNo hace falta ser Choni ni Pokero ni nada de eso para ser moderno, claro que no! Y gracias a dios cada vez hay menos en este nuestro barrio y aún menos en esta nuestra ciudad.
PS: Siempre leo tu blog, el problema es que no sé que comentar :/
Hasta Mañana!
No, no, si los pokero-chonis son los antimodernos, el moderno es la víctima del pokero-choni porque ellos se creen el epítome de lo más. Sed modernos, pero sin pasaros. Pero nunca nunca seais poligoneros, por favor!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios, especialmente Karla, que me ha encantado.
VIVAN LOS CHONIS POLIGONEROS CON CRESTAS QUE LLEGAN HASTA EL CIELO Y GAFAS QUE SE SALEN DE LAS ÓRBITAS DE LOS OJOS!
ResponderEliminarEsa es una de las razones por las que yo prefiero mi estilo. PORQUE AUNQUE LA MONA SE VISTA DE SEDA, MONA SE QUEDA
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